jueves, 29 de agosto de 2013

La oración de la Cerveza


A petición popular, el texto completo de:

La oración de la Cerveza

Santa Cerveza que estas en el hielo, 
tan refrescante suena tu nombre, 
venga a mi vaso tu cuerpo,
que mi borrachera sea tu voluntad.

Hazme sentir el sabor del amargo en la boca. 
Hágase tu presencia, 
así en la mesa como en el suelo. 
Danos hoy la botella de cada día.

Perdona la ley seca, así como 
nosotros perdonamos al agua de soda. 
No nos dejes caer en la Municipal
y líbranos del “hang-over”. 

SALUD!!! 


Nota: Refresco de Tamarindo recomienda moderación al tomar bebidas alcohólicas, sobre todo si vas a guiar. Este texto se publica exclusivamente como una forma de entretenimiento.

lunes, 26 de agosto de 2013

ID


Pensé la palabra 
por si la foto retrata el alma.
Dijo “voy” y disparó el flachazo 
que inmortaliza el id.
I.D. como conjugación de verbo: 
yo, tu, él, ego, id.

Pregunto si el guardia 
verá el id al ver el I.D.
"El super-ego puede evitar 
que hagas cosas
que tu id puede 
querer que hagas."
Por eso pienso 
para que el retrato lleve mi pensamiento
y pienso si el guardia 
puede evitar que piense
algunas cosas 
que mi id quiere pensar.

De todos modos 
la sonrisa en la foto
no delata las cosas que pensé 
cuando el flach.

Freud es un cabro 
más allá del principio del placer, 
porque en alemán, 
el id es "Es".




lunes, 5 de agosto de 2013

Dos "Tres leches", por favor.


Caminé hacia la nevera de postres, con un nudo en la garganta. Ese nudo que se forma cuando tienes ganas de llorar y te la aguantas, pero sientes que al tragar la saliva se detiene y baja lentamente haciendo un ruido como que raspa. Tomé dos envases de bizcocho tres leches y los empaqué en una bolsa de papel blanco, con dos cucharas plásticas. Regresé al mostrador, le entregué el paquete al niño, y le dije “suerte”.


Me había topado al niño que esperaba que lo atendieran, en una que pasé por la barra del restaurante en que trabajo. “¿Te están ayudando?”, le pregunté. “No”, fue su contestación. “Pues, ¿en qué te puedo ayudar, entonces?”

El niño estaba muy bien vestido, como que iba para una fiesta o para la iglesia... con una camisa blanca recién planchada, y su pelo peinado en un “gallito” con gel. Tenía unos cuantos billetes en la mano derecha. Parecía como de diez años, pero su voz estaba empezando a cambiar hacia la de un adulto. “Quiero saber cómo sirven un bizcocho tres leches para llevar, si en un plato o son esos que vienen en vasito de aluminio...”, me dijo con cara de preocupado. “Vienen en una copa plástica con tapa”, le dije. Su genuino gesto de decepción me hizo buscar uno en la nevera para que viera el estilo del empaque, por si eso le resolvía algo. 

“No... creo que me sirva... es que yo... tengo que... es que voy a llevar... “, el niño buscaba infructuosamente las palabras apropiadas, “...es que mi papá está encarcelado y le quiero llevar un tres leches, que a él le gusta... pero no me lo van a dejar entrar en ese empaque”. Lo dijo bajito, como quien menciona que alguien está afectado con “cáncer”, y si se dice en bajito es menos devastador.

Miré alrededor a ver si alguien más sentía, como yo, el balde de agua fría, pero no había nadie. “Si no lo vas a poder pasar, es preferible que no te lo lleves”, fue lo mejor que pude decir en tono paternal. 

“Mejor déme dos, porque si puedo entrarlo, me quiero comer uno con él”.

No sé quién es el niño, mucho menos su padre, ni qué hizo para estar en la cárcel. Por su manera de vestir y de comportarse, pienso que ha de ser por algún caso de “cuello blanco” o de corrupción. De lo que sí estoy seguro es de que ese niño adora y extraña a su padre. Su cara de desolación al ver que el pedazo de bizcocho venía en el empaque incorrecto, la tengo grabada en mi mente y no he podido dejar de pensar en ella. Si ese papá pudiera ver esa cara, sería peor castigo que todo el tiempo que va a purgar en la cárcel.

True story. Domingo, 15 de julio de 2012.