Estaba en la casa de Oscar cuando mataron a Kennedy. Se dice que todo el que tiene edad para haber existido en ese momento, se acuerda del lugar exacto en que estaba cuando dieron la noticia ese viernes, 22 de noviembre de 1963.
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McDowell daba una clase en Ciencias Naturales de la UPR en Río Piedras. Sus exámenes de la clase estaban archivados en la Biblioteca Lázaro, y todo el que tomaba la clase los fotocopiaba para sacar buena nota. Era como tener una “droguita” o un “bate” o como lo quieran llamar, la cosa es que tenías las contestaciones correctas cuando entrabas a tomar el examen. A estas alturas no sé por qué esos exámenes estaban archivados, quién los puso ahí y si el maestro lo sabía. Whatever.
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A Oscar nunca lo he buscado en Facebook, ni a Pepito tampoco. Papi nunca los llamó por su nombre. Papi le llamaba a Oscar “el chino”, y a Pepito “el lagartijo” por su físico. No sé de ellos desde esa época porque todos nos mudamos del vecindario y perdimos comunicación. De hecho, no sé si están vivos o muertos, qué estudiaron si estudiaron, ni nada. Al papá de Oscar lo llevaron a trabajar como jefe de una oficina de gobierno, donde “llenó sus arcas” y se compró una casa en una urbanización mejor. La única conexión entre Oscar, Pepito y yo, fue el vecindario en ese momento. Nada más.
A los siete años yo sabía quién era John F. Kennedy y quién era su esposa Jackie. Ciertamente sabía que era el presidente, pero no sabía de qué ni de donde, ni me importaba mucho.
Creo que los Kennedy eran famosos porque era jóvenes y lindos, no por ser el presidente y la primera dama.
Esa tarde cortaron a mitad un muñequito que estaban pasando y el locutor de cabina dijo algo así como “Interrumpimos este programa para una noticia de última hora”. Inmediatamente salió Evelio Otero en un medium shot sentado en el escritorio del noticiero y dio la noticia del asesinato de Kennedy. Los padres de Oscar reaccionaron con sorpresa, nosotros reaccionamos a la reacción de los padres, pero después se nos quitó y seguimos jugando.
Luego supe de la importancia de lo que había pasado y nunca se me ha olvidado ese viernes.