martes, 4 de junio de 2013

En tus manos...


Salí del trabajo, y luego de tomar un café con los muchachos, me dirigía a casa con el aire a tó' lo que da, escuchando una canción de El Topo cantada por Lucecita.

“Tus manos recientes, renovadas por el fuego 
y por los huesos de los heroes, se levantan”

Mucho carro en la carretera. Yo trataba de esquivar el tráfico para llegar rápido. El calor de la tarde y el sol que quemaba a través del cristal parabrisas competía con el frío del aire acondicionado.

“Acarician y enamoran a la tierra, hasta dar con el dulzor 
del trabajo y la esperanza”

Adelante, en la curva que descubre el Coliseo Rebekah Colberg, el flujo del tráfico se detuvo y alcancé a ver a lo lejos, los biombos azules de las patrullas de policía. Algún cotejo rutinario, pensé.

“Tus manos pequeñas y adorables,
transparentes como un árbol en la luz de la mañana
relucen en el campo como un fruto”

Según me acerqué lentamente al carril acordonado con cintas anaranjadas, alcancé a ver sobre cuarenta o cincuenta “casetas” amarillas numeradas que marcan los casquillos de bala, después de una balacera. 

Contrario a la distancia con que siempre miro un accidente, esta vez no podía apartar la mirada, como quien mira la película en cámara lenta. Aquella escena desolada, con poco más de una docena de policías y detectives siguiendo la rutina de rigor.  Ya no estaban los baleados, ni los carros ni las personas, vivos o muertos - seguro se los han llevado al sitio que corresponde, al hospital, al “junker”, o la morgue.

“se mueven tan ligeras como ramas
y de ellas crece el sueño del futuro”

Sentí náuseas cuando pasé del área. Un poco de escalofríos también - no por la escena, sino por el futuro hacia el que nos dirigimos. ¿Cuánto más?

“el sueño del futuro de la raza, que está en tus manos...
en tus manos.”


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