Poca gente conoce que en Puerto Rico se hace un trabajo artístico muy particular. Se trata de la pintura sobre piezas de porcelana. Originalmente es un trabajo concebido en China, que luego fue perfeccionado en la Europa del siglo XVIII
por fábricas como la Meissen de Alemania; además de Staffordshire, Spode, Wedgwood y Royal Doulton en Inglaterra.
En la Isla no se hace en fábricas, sino en talleres de artistas particulares que pintan a mano, pieza a pieza, haciéndolas únicas e inclusive mucho más valiosas que las europeas a máquina. El trabajoso proceso exige capas y capas de pintura translúcida hasta llegar a la intensidad del color deseado, con quemadas intercaladas en hornos de 1,600º F., para fundir la pintura hasta convertirla en cristal.
Yo conozco de primera mano este proceso, porque hace años mi madre es una de esas pintoras. De hecho, todas las piezas que usé para ilustrar este artículo, son pintadas por ella, porque es el acceso más fácil y cercano que tengo. Conozco bastante el trabajo de otros pintores y también es de excelencia, pero se me hacía más difícil de acceder para fotografiar.
Colorear la paciencia
En detalle, el trabajo artístico como tal consiste en depositar pigmentos de color sobre el barro cristalizado que es la porcelana. Para depositar el pigmento - un polvillo de color muy fino- primero hay que diluirlo en aceite para convertirlo en pintura translúcida. Luego, pintar en capas de colores muy claras, dejar que el aceite seque y volver a pintarle encima sucesivamente hasta lograr la intensidad de color deseada. Algo así como la acuarela, pero mucho más delicado, y con aceite en vez de agua, como medio para esparcir el color.
Para fijar el diseño, es necesario fundir esos pigmentos a alta temperatura y convertirlos en cristal, como parte del glaseado de la porcelana. A menudo hay que quemar una pieza varias veces entre capas, para añadirle más niveles de pintura sin dañar las anteriores.
Los diseños clásicos
Muchos de los artistas pintan sus diseños siguiendo los estilos tradicionales de ese arte, con flores, estampas antiguas (usualmente campestres) y paneles de color.
Otros, se dedican a pintar diseños contemporáneos, piezas modernas, y hasta retratos. Inclusive hay quien pinta diseños alusivos a la vida en Puerto Rico: la flora, la fauna, las tradiciones como los Reyes Magos, el café; e imágenes urbanas como el Viejo San Juan.
Lo que pesa en oro
Muchos de los diseños clásicos llevan terminaciones en oro. Para eso, es necesario usar el metal pulverizado como pigmento. Como es de esperarse, su precio fluctúa según el mercado de valores, como si fuera joyería.
Al momento en que escribí, el empaque de 100 gramos costaba $653.00. Está claro que mientras más oro tiene una pieza, más elevado será su valor.
Una vez aplicado y quemado, el artista tiene la opción de pulir el metal para hacerlo brilloso como un espejo, dejarlo opaco o hacer una combinación de ambos estilos como parte del diseño.
Técnicas modernas del siglo III AC
El proceso de pintar alfarería comenzó en China durante la dinastía Tang (618-907 DC), para proteger y decorar las piezas rústicas que ya se hacían desde varios siglos antes, cuando trataban de copiar la cerámica que habían importado de Persia y de Egipto durante la dinastía Han (206 AC-220 DC).
Por ejemplo, en los hornos Ding al norte del país, se hacía cerámica en tonos de verde, decorada con el método sgraffito, en que se raspa el glaseado para exponer el fondo de un color distinto.
La aplicación de color fue una evolución muy lenta, según fueron descubriendo qué óxidos y pigmentos se convertían en qué color al pasar por el calor del horno. Uno de los primeros colores en conseguirse fue el azul grisáceo distintivo de la dinastía Qing, que luego se combinó con el blanco durante la era Ming - de donde también surge el azul cobalto que hoy conocemos.
Esa combinación se convirtió en uno de los íconos de la exportación de la porcelana “souvenir” china, con el diseño Blue Willow.
La cerámica Sancai, (tres colores) igualmente un descubrimiento de la dinastía Tang, y llamada “el tesoro de la técnica del quemado en la orfebrería China”, combina el amarillo, el verde y el azul. Es la primera vez en la historia de la cerámica,
en que se depositan tres pigmentos a la vez, para generar colores distintos durante una misma cocción a baja temperatura. Aunque las piezas tienden a ser extremadamente rústicas, la cerámica sancai es una de mis favoritas.
El estilo que prefiero, sin embargo, es la cerámica roja “Sangre de Buey” niúxiěhóng. También es conocida como “Sangre del Sacrificio” Jihong, por la leyenda sobre una joven que se tiró al horno en llamas en protesta por el encarcelamiento injusto de su padre. Al abrir el horno, descubrieron que la cerámica se había tornado roja. Estas piezas son muy difíciles de encontrar en el mercado de antigüedades. Por la dificultad que presenta para realizar, y porque el resultado es muy impredecible, nunca se hicieron en gran cantidad.
A través de las distintas dinastías se ha tratado de estandarizar su manufactura, desde la primera vez, que salió por accidente, pero no han tenido mucho éxito. La pieza de la foto es de principios del siglo dieciocho, en que ese estilo se puso de moda y varias fábricas volvieron a intentarlo.
Pero regresando a la
Isla…
Hace algunos años hubo un auge entre los pintores en Puerto Rico, y hasta una Asociación que los agrupó para celebrar actividades, entre ellas una bienal.
En esa actividad, que se realizaba cada dos años en varios hoteles, salas de reunión, y en el Ayuntamiento de San Juan, se otorgaban premios por calidad y belleza en el trabajo.
En este momento quedan muy pocos talleres y escuelas, pero los pintores siguen trabajando privadamente en sus proyectos personales. Algunos aceptan comisiones que incluyen “recuerdos” para bodas y para bautizos.
Esperemos que este arte no desaparezca y quede olvidado como tantas cosas de nuestro país, y su legado pueda ser disfrutado por futuras generaciones.
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Poca gente conoce que en
Puerto Rico se hace un trabajo artístico muy particular. Se trata de la pintura
sobre piezas de porcelana. Originalmente es un trabajo concebido en China, que
luego fue perfeccionado en la Europa del siglo XVIII por fábricas como la
Meissen de Alemania; y Staffordshire, Spode, Wedgwood y Royal Doulton en
Inglaterra.
En la Isla no se hace en
fábricas, sino en talleres de artistas particulares que pintan a mano, pieza a
pieza, haciéndolas únicas y mucho más valiosas que las europeas a máquina.
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