martes, 25 de junio de 2013

Mantecado de aceite de oliva... Si no tiene la carita, ¡no es Betis de verdad!


La idea del mantecado hecho con un ingrediente poco usual como el aceite de oliva no me llamó la atención, porque ya he comido mantecado de aguacate y de tomate en Río de Janeiro, de caraotas* en Caracas y de maíz en San Sebastián del Pepino (sí, el de Puerto Rico). Solamente me dio curiosidad saber cómo incorporaban el aceite a una confección congelada, y me preparé emocionalmente.

Hacía varios años que no visitaba Nueva York y brinqué el charco la primera oportunidad que tuve para descansar. La cosa es que en realidad uno necesita vacaciones de las vacaciones en Manhattan, porque allí hay que levantarse temprano a janguear para acostarse tarde jangueando, si es que te acuestas del todo. No quieres dejar de desayunar en un sitio maravilloso, ni de almorzar en un sitio espectacular y cenar en otro que te vuela la cabeza - y entremedio ir al parque, los museos, el teatro, las tiendas - y de vez en cuando meterte en una barra por par de horas.


Bar Americain

En esta ocasión mi amigo Tito Busó, que vive allí y en ese momento trabajaba para HBO, sugirió encontrarnos para almorzar “tan pronto dejen las maletas en el hotel”. Dicho y hecho, almorzamos en el restaurante de Bobby Flay Bar Americain. De ahí pasamos al village para unos tragos.
Seguimos la juerga y cenamos tarde en el restaurante Otto de Mario Batali. Seguimos la juerga y terminamos en Marie’s Crisis, la barra más antigua -en funcionamiento- de Nueva York, casi al amanecer y con la misma ropa que viajé.

Pero regresemos a Otto, porque ahí es que hacen el mantecado de aceite de oliva. Este restaurante se anuncia como enoteca y pizzería, y no trata de ser más que eso... una pizzería de vecindario con excelentes vinos, sin aspavientos. Hacen excelente pasta fresca, salsas de primera calidad, como el pesto de menta, y otras cosas ricas por las que se distingue Batali, el chef de los Crocs chinita. 

Entonces llegó el postre que me tenía intrigado: Coppeta de Mantecado de Aceite de Oliva con Granitá de Parcha, Crema de limón y Sirop de Albahaca con una Galleta Belga. La copa de martini en que llega es realmente colorida, y en general el conjunto es muy sabroso. ¿Memorable? Quizás no tanto. Me parece que el postre cuenta con la curiosidad del comensal, igual que la mía, para ser exitoso. Quiero decir que los acompañantes del postre son mejores que el mantecado, cuyo sabor a aceituna dulce no es tan impresionante. 

Otto - Enoteca y Pizzería
Mi instinto inquisitivo de foodie sin embargo, me llevó a conseguir un viejo libro del chef Batali para saber cómo se incorpora el aceite a la crema, pero no voy a incluir la receta por razones legales. En concepto, el proceso consta de batir los huevos y el azúcar en una batidora, y a eso incorporarle el aceite poco a poco. Luego a esa mezcla se le añade la crema, la leche y finalmente se congela en una garrafa corriente de hacer helado. No es una ciencia, y probablemente así se puede incorporar cualquier otro sabor.

Con el tiempo he descubierto que el mantecado de aceite es regular en muchas heladerías europeas, al igual que otros sabores poco usuales en nuestro lado del mundo. Un ejemplo es el mantecado de hummus que comenté en un artículo anterior. En India acostumbran hacer mantecado de pétalos de rosa; de cardamomo... en Japón hacen de té verde maccha, y vaya usted a saber de qué otro sabor hacen en otros países, como Inglaterra, en donde la heladería The Icecreamists hace el mantecado llamado “Baby GooGoo”, con leche materna.

Tengo bien claro que la comida home-made es única, sin embargo creo que el trabajo y las horas que toma hacer mantecado, y para colmo la poca cantidad que se produce en una garrafa casera no compensa hacerlo, pudiendo comprar una pinta de Häagen Dazs en el colmado o una barquilla en Los Chinitos

Si realmente te quieres botar, llamas a los muchachos de Rare Candy Creations, que hacen varios sabores de mantecado casero - el más famoso es el "Brunella", hecho de Nutella con brownies frescos que ellos mismos preparan. Los demás sabores son igual de maravillosos... y la mejor parte es que llamas por teléfono y te entregan a domicilio en el área metro.

Siempre digo que hay que experimentar. El mundo de los mantecados está esperándonos, frío y rico, y alguien se tiene que sacrificar. ¿Quién se apunta?

Para mayor información del libro y los lugares mencionados: 
The Babbo Cookbook by Mario Batali (2002).
Bar Americain • 152 West 52nd Street New York • 212.265.9700
Alta • 64 W. 10th St. (cerca de Sixth Ave.), New York • 212.505.7777
Otto • One Fifth Avenue NY • 212.995.9559
Marie’s Crisis  59 Grove St. (cerca de Seventh Ave.), New York • 212.243.9323

Rare Candy Creations • 787.562.3058.  
Facebook:  https://www.facebook.com/RRCandyCreations?fref=ts&ref=br_tf

* - Caraotas - Habichuelas

PD: Vale la pena leer este artículo sobre mantecado de leche materna.
http://www.nj.com/entertainment/dining/index.ssf/2013/06/breast_milk_ice_cream.html

sábado, 22 de junio de 2013

Chicken a la Coke: un dudoso placer

Ilustración de Iván Camilli Rivera

La creatividad en la cocina no tiene límites. Aunque abogo por la comida vegetariana y natural, me parece importante promover la diversidad al cocinar, y esta receta aplica esa idea. Hace mucho que no consumo carnes ni sodas, sin embargo creo que el Chicken a la Coke debe provocar curiosidad en algunos, y motivarlos a experimentar.

Como cuando alguien llega a tu fiesta con una botella de vino con sabor a “manzana verde” y se queda cerrada en la nevera por varios meses. Imagínate que la reduces con un poco de canela, azúcar negra y luego la viertes sobre un pedazo de calabaza asada. Sería como echarle apple pie por encima. También puedes usar el vino sustituyendo el agua en un arroz guisado. Una vez los sabores del sofrito y la salsa de tomate se mezclen, nadie puede distinguir cuál fue el cambio.

No recuerdo cómo llegué a obtener la receta  del Chicken a la Coke. Voy a argumentar que es una receta Post-Modernista -si me lo permiten los fanáticos del “Post”- porque en algún lugar en el tiempo tengo que anclarla para futura referencia histórica. 

Lo que sí recuerdo es por qué la preparé por primera vez. Sonaba tan desagradable y desastrosa que inmediatamente corrí al supermercado para comprar sus exóticos ingredientes. Esa misma noche cenaba mi primer Chicken a la Coke: un delicioso pollo tostadito, cubierto con mostaza y bañado en una rica salsa de refresco.

Pero por favor, no te asustes por la mezcla. Vamos a analizarlo fríamente: la mostaza amarilla es amarga, agria, y con un sabor fuerte; el refresco es dulce, burbujeante y también tiene un fuerte sabor. ¿Qué pasa entonces si las mezclamos bajo calor? Tendremos una salsa agridulce muy delicada. Obviamente no es la salsa sweet & sour del Dragon Cream cantonés hecha a base de ketchup, sino que es mucho más suave. Ahora vamos a la receta. Te reto a probarla.

CHICKEN A LA COKE
Ingredientes:
1 pollo adobado, picado en presas
1/2 taza de mostaza amarilla (Sí, la barata para hot dogs)
2 cebollas pequeñas
2 tomates
sal y pimienta a gusto
1 lata de refresco

Procedimiento:
Primero que nada, como dicen todas las recetas convencionales, precalienta el horno a 450°.  Ten listo un molde para hornear, lo suficientemente hondo para que no se pierda la salsa. Ahora empieza lo bueno. Con las manos bien limpias, cubre el pollo totalmente con la mostaza, como quien se aplica sun block antes de ir a la playa. Date gusto, éste es el secreto de la receta.

Rebana las cebollas, corta los tomates en pedazos y acomódalo todo en el molde. Hornéalo hasta que la mostaza esté seca pero no cuarteada y las cebollas estén cocidas (más o menos 20 minutos). Saca el exceso de grasa que se pueda haber acumulado, por aquello de las calorías, y con mucho cuidado vierte el refresco por encima. No te preocupes si la mostaza se desliza al echar la soda, en algún momento lo hará ella solita. Baja la temperatura a 350°, y baña el pollo con la salsa a intérvalos como de 20 minutos por aproximadamente una hora más. 

Ahora, mi colega gourmet, tu obra maestra está concluída. Rinde para 2 y hasta 4 personas dependiendo de la cantidad que sirvas. Puedes acompañarla con vegetales y arroz integral. Que la disfrutes.

viernes, 21 de junio de 2013

El mejor humus del mundo


Bueno, quizás exagero, pero hago el hummus según mi gusto, y me parece el mejor. Me gusta que tenga mucho ajo y mucha mantequilla de ajonjolí... y mucho jugo de limón... y que sea saladito. Así que cojo la receta básica y hago con ella lo que me da la gana.

El humus es una de las tapas favoritas del mediano oriente. Es una de las comidas más antiguas que se conoce, habiendo evidencia de su consumo en Egipto hace 7,000 años. Es una pasta de garbanzos molidos sazonada con tahini (mantequilla de ajonjolí). El tahini se consigue en Puerto Rico en casi todos los supermercados y tiendas de comida saludable (health foods). Aunque es un poco caro, el tahini rinde para mucho y se utiliza para aderezos de ensalada. Otra tapa que también incorpora el tahini es el “baba-ganoush”, que en concepto es la misma receta del humus, pero sustituyendo los garbanzos por berenjena asada.
Tradicionalmente para servirlo se esparce el humus en un plato llano, y se le hace una indentación en el centro, que se rellena con aceite de oliva. Luego se espolvorea con comino molido, pimentón (paprika) o perejil fresco picado. Se come con la mano en pedazos de pan pita tostados.

En muchos países de oriente se acostumbra comer con las manos. En la India se considera que la comida es divina y que es importante disfrutar de ella no sólo con los sentidos del gusto y el olfato, sino con la vista y el tacto. Por regla general, solamente se usa la mano derecha para comer porque la izquierda se considera impura. No voy a entrar en los detalles de por qué es impura, porque este texto es sobre comida y no quiero hacer referencias escatológicas en él.

Los ingredientes, además de ajo
El humus es una excelente fuente de fibra. Ayuda a regular los niveles de azúcar en la sangre, por eso es un alimento ideal para diabéticos e hipoglicémicos. Según el Departamento de Agricultura Federal, es alto en vitaminas B1, B6, folate, hierro, magnesio, calcio, zinc, manganeso y selenio.

Esta pasta es bien baja en grasas saturadas, pero el aceite de oliva y el tahini elevan su contenido de grasa beneficiosa para la salud del corazón. Por otro lado, estas grasas lo hacen muy alto en calorías, y las personas que tratan de bajar de peso deben controlar la porción.
Mantecado de Hummus
Cuentan de una heladería italiana en Israel, que hace mantecado de humus, aunque el sabor que predomina es el del ajonjolí y la miel que usan para endulzarlo. Aseguran que más bien parece mantecado de Halvah, una barra dulce hecha con ajonjolí o (alguna otra nuez) y miel.



Te invito a experimentar con el humus. Prueba la receta básica, y le vas añadiendo ajo, limón, tahini y sal a tu gusto. Te aseguro que rápidamente se va a convertir en un “comfort food”... uno de esos platos que te llevas a la cama los días que te acurrucas a leer un buen libro o a ver televisión. Buen provecho!




HUMUS
Ingredientes:
1 lata de 16 onzas de garbanzos
el jugo de 1 limón mediano
2 cucharadas de tahini (mantequilla de ajonjolí)
2 dientes de ajo
1/2 cucharadita de sal
2 cucharadas de aceite de oliva extra virgen
1/4 taza del líquido de los garbanzos

Procedimiento:
Escurre los garbanzos y guarda el agua en que vienen enlatados. Si prefieres ablandar garbanzos secos, pues mucho mejor. Guarda el agua salada en que los herviste. Combina los primeros seis ingredientes en un procesador de alimentos entre 3 y 5 minutos, y gradúa la densidad de la pasta con el agua de los garbanzos. Debe tener una consistencia suave, que puedas recoger con un pedazo de pan.

Aquí comienza la diversión. Para hacerlo más ácido: limón y sal... más sabor a nueces: tahini... más sabor a ajo, pues más ajo... hasta que llegues a tu humus perfecto. Mantén las porciones que agregas en mente, para que luego lo puedas reproducir. El humus se puede guardar en la nevera por varios días.

lunes, 17 de junio de 2013

Lo que tu digas, querida. Whatever.


Celia cantaba que la vida es un carnaval. Yo más bien creo que la vida es un cine. He visto muchas películas, y a veces remakes del mismo libreto con distinto protagonista. Lo bueno es que si no me agrada, no tengo que terminar de verla... y como no soy crítico de cine, tampoco tengo que comentarla.

Como la del chamaco que preña a la one-night stand: lo obligan a quedarse ahí con un bebé y una mujer que no quiere, y tiene que dejar la escuela para ponerse a trabajar. A la larga se acostumbra a esa vida y colorín colorado.

De esa misma he visto mucha variación, usualmente con más o menos drogas... como la del bartender que hacía una buena compra de ácido que le duraba par de semanas. Se encerraba en el aparment hasta que la terminaba, y entonces salía a buscar trabajo de nuevo para empezar el mismo ciclo. En una de esas, encaja con la historia anterior y la película termina igual. De esa, me gustó la nena que escogieron para el papel de “bebé”. Era bien chula.

Si la película se pone muy tenebrosa, dejo el DVD corriendo y me voy a hacer pop-corn a la cocina. En ese tiempo pasan las escenas que no quiero ver, y aunque después estoy un poco perdido, igual estoy más distante.

“Todo aquel que piense que la vida siempre es cruel, tiene que saber que no es así. Que tan solo hay momentos malos... y todo pasa.”

También hay películas con historias de triunfo. De esas he visto algunas muy buenas. Las mejores son las de gente humilde que llega a posiciones altas a fuerza de trabajo y talento, casi siempre en el mundo de las artes, como Flashdance o Billy Elliot
Esas películas me llenan el espíritu y las veo hasta el final, aunque ese triunfo es a veces dudoso, por lo menos en mi mente. Supe de un filme en que la muchacha estudia fuertemente para ser actriz. Finalmente llega a Hollywood y trabaja de mesera el resto de su vida en espera del famoso break.  Hay otra en que la protagonista se hace estrella de películas porno. Sólo he visto los trailers de esa, pero ya vi Boogie Nights con Marky Mark y no me gustó el final.

Una que me conmovió fue la del muchacho que molestaban en la escuela superior porque era bien afeminado. Bullying le llaman ahora. A los 35 años cuando su clase graduada lo trata de conseguir para que vaya a la fiesta de aniversario, lo encuentra viviendo enclaustrado en su casa, cuidando a su mamá enferma. Sin Facebook, ni celular, ni ninguna otra conección con el mundo del cual se separó justo al graduarse. No aceptó la invitación, mucho menos para juntarse con el grupo de gente que cambió su vida para siempre. Esa terminó muy mal, con una escena de los compañeros cantando y bailando muy contentos y muy borrachos en la fiesta. Lo que no sale es qué pasó con el muchacho finalmente, cuando la mamá muere. Voy a chequear en Amazon a ver si consigo el libro de la película, porque casi siempre el libro tiene más detalles que lo que ponen en el filme.

“Todo aquel que piense que esto nunca va a cambiar, tiene que saber que no es así. Que al mal tiempo, buena cara... y todo cambia.”

Hace par de semanas comencé a ver una peli en la que el protagonista se envalentona después de ser maltratado en una congregación religiosa, por decir que nació como producto de una aventura entre el pastor y su mamá. El tipo va a la corte y el juez obliga al poderoso pastor a un examen de DNA, que sale positivo. En eso me llamaron por teléfono, y no terminé de ver en qué acaba. Tengo que ir al Video-Club a ver si la saco.

“Todo aquel que piense que la vida es desigual tiene que saber que no es así. Que la vida es una hermosura... hay que vivirla.”

Tuve un maestro que hacía su propia versión de la frase sobre “inventar la rueda”. Decía que era como reinventar un martillo: que por un lado clava, y por el otro desclava. Le puedes poner imán, mango más largo o más corto, hacerlo de metal o madera, pero el concepto del martillo no lo puedes mejorar. Creo que así mismo son los libretos de la vida, que ya están escritos. Como cuando haces la historia de Hamlet con animales en caricatura y la llamas “Lion King”. Pues así.

La historia de Celia también es memorable, y también es predecible. Falta la segunda parte, en la que sabemos en qué termina la lucha de Cabecita de Algodón por la herencia. Es el mismo final del libreto de “Michael Jackson: The Legend”. Todos terminan muertos, y los chavos se los disfruta otro.

¡Ay!, no hay que llorar, que la vida es un carnaval y las penas se van cantando.

Si, Celia. Lo que tu digas, querida. Whatever.

martes, 11 de junio de 2013

Picture this


Picture this:  Cuando los paramédicos llegaron a la mesa, tuvieron que esperar a que un pastor religioso terminara de rezarle - arrodillado en el piso y con la palma de su mano en la frente de la señora, gritando “¡Dios reprenda!” - para socorrer de emergencia a una mujer que se había enfermado en un restaurante en donde estaba desplomada. En la mesa a mi derecha, una mujer borracha repetía “... estamos prestaos, no somos nada”. El resto de los comensales estaba en completo silencio, atentos a lo que pasaba en la mesa número 13.

La frase “picture this:” siempre me recuerda a Sophia Petrillo, un personaje que interpretaba Estelle Getty en la serie de televisión Golden Girls. Sophia hacía de la madre de una mujer retirada que decidió alquilar los cuartos de su casa a otras dos mujeres retiradas, para poder sacar los pies del plato. Sophia y Rose Nylons eran mis personajes favoritos. Ella por sus ocurrencias sarcásticas y Rose por lo inocente y bruta. Los otros dos personajes, la vieja puta y la ex-maestra inteligente, no me interesaban para nada. Sophia siempre decía "Picture this:" y hacía un cuento inverosímil.

Ninguno de los que estábamos en el restaurante se había dado cuenta de lo que pasaba en esa mesa. Sólo cuando el esposo de la señora llamó a la mesera un poco agitado, supimos que pasaba algo. El señor le aguantaba la cabeza a la señora por el cuello como si la estuviera ahorcando, para que no diera contra el tope de la mesa. En ese momento se formó el corre-corre. Otros empleados se acercaron, la mesera marcó el 911 en el teléfono, y una señora que se identificó como doctora vino a intervenir.

La médica entrevistó y el señor contestó, mientras la enferma aturdida sudaba copiosamente. En ese momento la mesera llegó con el teléfono, porque del 911 le preguntaban cosas que no sabía contestar: la edad de la señora, su nombre, los síntomas... y la doctora tomó el auricular y le dijo a la persona de Emergencias Médicas: “Es una tía, es una tía”. ¿Qué tiene que ver con todo esto el que la señora tenga sobrinos?, me preguntaba yo.

Varios episodios de Golden Girls tuvieron que ver con los sobrinos. Recuerdo uno en particular en que un sobrino preña a la novia y vienen ambos a una “estadía” en la casa de la tía en lo que la muchacha da a luz. En ese, Sophia se lució con los comentarios sarcásticos sobre sexo. Irónicamente, la señora Getty era la más joven de las cuatro actrices, aunque interpretaba a la mayor.

La tía de la señora en la mesa, sin embargo, era en realidad una T.I.A. (un Transient Ischemic Attack - o un derrame cerebral leve). La doctora usó esas siglas para que el telefonista dejara de preguntar y enviara con urgencia una ambulancia al lugar, sin que la enferma se asustara más. Los paramédicos efectivamente llegaron en menos de dos minutos y luego de la interrupción por el pastor, estabilizaron a la enferma y la llevaron a la ambulancia. El pastor regresó a su mesa, la doctora se despidió y se fue.

Al pasar la camilla cerca de la mesa de mi derecha, la borracha le agarró la mano a la señora y le dijo “Me alegro que no se haya ido al 'otro mundo' y de nuevo esté con nosotros”. La cara de la señora valía un millón de pesos.

Sophia Petrillo le hubiera sacado mucha punta a ese comentario. O quizás no, porque a veces las cosas que pasan en la vida real son tan inverosímiles, que no se le ocurren a los libretistas.


martes, 4 de junio de 2013

En tus manos...


Salí del trabajo, y luego de tomar un café con los muchachos, me dirigía a casa con el aire a tó' lo que da, escuchando una canción de El Topo cantada por Lucecita.

“Tus manos recientes, renovadas por el fuego 
y por los huesos de los heroes, se levantan”

Mucho carro en la carretera. Yo trataba de esquivar el tráfico para llegar rápido. El calor de la tarde y el sol que quemaba a través del cristal parabrisas competía con el frío del aire acondicionado.

“Acarician y enamoran a la tierra, hasta dar con el dulzor 
del trabajo y la esperanza”

Adelante, en la curva que descubre el Coliseo Rebekah Colberg, el flujo del tráfico se detuvo y alcancé a ver a lo lejos, los biombos azules de las patrullas de policía. Algún cotejo rutinario, pensé.

“Tus manos pequeñas y adorables,
transparentes como un árbol en la luz de la mañana
relucen en el campo como un fruto”

Según me acerqué lentamente al carril acordonado con cintas anaranjadas, alcancé a ver sobre cuarenta o cincuenta “casetas” amarillas numeradas que marcan los casquillos de bala, después de una balacera. 

Contrario a la distancia con que siempre miro un accidente, esta vez no podía apartar la mirada, como quien mira la película en cámara lenta. Aquella escena desolada, con poco más de una docena de policías y detectives siguiendo la rutina de rigor.  Ya no estaban los baleados, ni los carros ni las personas, vivos o muertos - seguro se los han llevado al sitio que corresponde, al hospital, al “junker”, o la morgue.

“se mueven tan ligeras como ramas
y de ellas crece el sueño del futuro”

Sentí náuseas cuando pasé del área. Un poco de escalofríos también - no por la escena, sino por el futuro hacia el que nos dirigimos. ¿Cuánto más?

“el sueño del futuro de la raza, que está en tus manos...
en tus manos.”


domingo, 2 de junio de 2013

Dos palabras con Greta Garbo


Me detuve en la acera opuesta al edificio en que vivía Greta Garbo en Nueva York y me quedé embelezado. 
Aquí vivía una leyenda.  

No se trataba de una de esas estrellas que de momento desaparecen de la pantalla de cine y no las vemos más, se trataba de Greta Garbo.  Margarita, la dama de las camelias; Anna Karenina; La Reina Cristina; Ninotchka.
Pensaba lo maravilloso que sería que la mujer saliera por la puerta, que mirara por una ventana y se fijara en mi, no sé... que saliera a pasear a su perro. Me preguntaba, de tener la oportunidad de hablarle, ¿qué le diría?
–“Señorita Garbo, buenas tardes...es usted maravillosa. Somos del mismo signo zodiacal...  He visto todas sus películas y para mi es un honor... Puedo invitarla a un café... podríamos hablar un rato... ¿Le molestaría que me retratase con usted?... Puedo recogerla para cenar por la noche... ”
Alguien interrumpió mi conversación imaginaria con La Garbo: “Es ...  ¡es ella, es ella!”.
–“¿Quién? ¿Qué pasa?”, pregunté molesto por la interrupción, a la vez que buscaba a mi alrededor hasta acertar a ver a una señora con dos bolsas de papel, una en cada mano, que caminaba hacia mi.
¿Quién podría ser tan importante en este momento como para no dejarme hablar con mi amiga? ¿Quién caminaba tan campechanamente por la calle donde vivía alguien tan importante, habiendo tanto espacio en el resto de Nueva York?
La mujer se acercó a mi y se detuvo. Era una mujer apocada, casi pequeña con el pelo lacio gris recortado en forma de paje, cubierto por una gorra de lana tejida. Vestía un sobretodo de otoño encima de un abrigo rosa, pantalones y tenis. Se me quedó mirando por lo que pareció como dos horas y quizás fueron dos segundos. No dijo ni una palabra. No tuvo que hacerlo. Me miró fijamente a los ojos... ¡y sus ojos me dijeron tanto!

“Hola, mi nombre es Greta Garbo. Sí, la famosa actriz de cine. ¿Querías verme? Pues mírame. ¿Te sorprende verme tan cambiada? Aprende joven amigo, porque la belleza es así. Dura muy poco.
Supongo que has visto todas mis películas, que eres mi mejor fanático. Lo sé. Todos los que se paran aquí a diario a mirar a mi edificio lo son. Te lo agradezco. Pero discúlpame, ahora tengo que llevar la compra a mi casa. ”

Y se alejó, sin hacer un gesto, sin decirme adios, nada. Yo la ví cruzar la calle y entrar en aquel edificio sin poderme mover. Pasó un rato en lo que asimilé la experiencia.
– “Era ella.” - comentaron.
– “Lo sé, me lo ha dicho.” Caminamos calle arriba y nadie dijo nada más.
Sentí mucho su muerte. No sólo porque el mundo había perdido una leyenda, alguien irremplazable, sino porque yo había perdido a una gran amiga.

Publicado en la revista "Vida Diaria" en noviembre de 1990.