Quizás porque el tamarindo es como la vida. Es bien amargo y agrio, pero lo diluyes en agua con un poco de azúcar, y llega el momento en que le coges el gustito.
Nunca pensé en otra fruta. Quería un nombre refrescante y eso fue lo primero que se me ocurrió. Ahora que lo analizo, es una buena selección. Imagínate que la página se llamara “Jugo china”, “de limón”, o “de Guayaba”... no sé, no tiene el mismo sentido.
Recuerdo que cuando niño odiaba el tamarindo. En mi casa hacían refresco de ajonjolí y de tamarindo, y yo siempre tomaba de ajonjolí que era más suave. El de tamarindo era demasiado amargo.
Después de adulto, un día me ofrecieron refrescos de ajonjolí, de guanábana y de tamarindo - ¡ni me acordaba que existiera tal cosa como tamarindo! Bueno, la cosa es que terminé tomándolo, y he adquirido un nuevo gusto por esa fruta. Tal vez porque he llegado a cogerle el gustito a la vida.
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