martes, 30 de julio de 2013

Santa Cerveza que estas en el hielo...


Me pregunto ¿por qué alguien quiere hacer cerveza en su casa, habiendo cientos de alternativas accesibles en el mercado, que van desde una Keystone o una Medalla hasta una Chimay o una Duvel? Sencillo... por la misma razón que hay gente que prefiere hornear pan en su casa, hacer mantecado, yogurt, o hasta granola. Primero, la experiencia de hacer tuyo un producto que está disponible comercialmente, lo hace privado y único. Tiene mejor sabor porque es home-made; conoces los ingredientes que le añadiste, es fresca y sabes que no tiene aditivos artificiales; y sobre todo, la satisfacción personal que produce no tiene igual. Imagínate llevar amigos a tu casa y ofrecerle una cerveza hecha por ti, y que lleva tu nombre.

La primera y única vez que incursioné en la fermentación de licor, fue una en que compré por correo un kit para hacer vino. La cocina de mis padres apestó a basurero podrido por varias semanas, en lo que aquello se fermentó y lo filtré. Finalmente tuve que botar el desastroso resultado, porque nadie de mi familia quiso meterse a catador. San Seacabó.

Con la llegada de las llamadas cervezas artesanales, sin embargo, he tenido curiosidad por el proceso. No me interesa hacerlas, sino tener una información general para que los amigos que leen mi blog puedan saber lo que hay “allá afuera”, y si les interesa, que metan mano y aprendan.

La cerveza es la bebida alcohólica de mayor consumo en el mundo, y después del agua y el té, es la tercera bebida más popular. Aseguran los expertos, que es la bebida fermentada más antigua que se conoce.

Una cerveza se produce al convertir almidones en azúcares, y luego fermentar las azúcares resultantes. Comúnmente los almidones vienen de granos malteados, como la cebada, el trigo, el centeno y en muy pocas veces, maíz. Para maltear un grano, se pone en agua hasta que comienza a germinar, e inmediatamente se seca y tuesta en un horno. En ese momento el grano ya lleva en su interior varias enzimas que se formaron en el momento en que sale la raíz, para alimentar a la pequeña plantita que estaba surgiendo.


El sabor amargo de la mayoría de las cervezas, viene del “lúpulo”. Esto es la flor de una enredadera que al añadirla a la mezcla a fermentar, además de sabor, balancea la acidez y sirve como preservativo natural.

Hace unos días me acerqué a un amigo que hace cervezas caseras para que me hablara del tema, y me refirió a su maestro, el experto, al que casualmente yo también conocía. Finalmente hablé con él y me invitó a su tienda/laboratorio para compartir la información.

William “Billy” Norris es el dueño de Caribbean Brewing, el primer home brew shop de Puerto Rico. Primero que nada me sorprendí con la cantidad de productos que hay para ofrecer - aparte de todos los equipos necesarios, tenía cantidades de granos, azúcares, levaduras y sobre cincuenta variedades de lúpulos de distintos países, incluídos Australia y Japón.

Cuando me recibió estaba preparando una orden para hacer una receta original suya, a la que ha llamado “Parchita IPA” (India Pale Ale), porque el resultado final sabe a parcha por la combinación de ingredientes, aunque no tiene la fruta como tal. Billy pesó los granos meticulosamente, para que la señora que estaba esperando tuviera éxito con su receta. En un momento me dio a oler los lúpulos de un paquete que acababa de abrir, y el olor fue impactante... algo así como oler un ramo de eucalipto fresco, pero concentrado. Ese olor maravilloso se quedó en el aire por todo el espacio del despacho.

William Norris, dueño de Caribbean Brewing
Norris me cuenta que hace cervezas caseras desde los 15 años porque le enseñó su padre, a quien a su vez le enseñó el suyo, como cuestión de generación. Hace años puso el negocio con su hermano, quien finalmente se separó para seguir estudios de abogacía, y Billy continuó con el negocio junto a su esposa.

Para los que les interesa aprender a confeccionar cerveza, Caribbean Brewing ofrece clases semanales a grupos de cerca de 15 estudiantes en un salón específicamente preparado para demostraciones. Si el cervecero prefiere no hacer todo el proceso, Billy ofrece extractos malteados pre-hechos que te permiten adelantar un par de pasos y ahorran tiempo a la hora de fermentar.

De cada mezcla salen cerca de cuarenta y ocho botellas de cerveza casera, a un costo de más o menos setenta y cinco centavos la botella, o un barril de cinco galones. La satisfacción de tener tu propia cerveza: priceless.

Uno de los mitos referentes a la cerveza es el del beer-belly, o la barriga de cervecero. Pues debes saber que la cerveza es bien baja en calorías, y dicen los científicos que la protuberante barriga no sale por la cerveza, sino porque la persona que se dedica a beber usualmente es sedentaria y no hace ejercicios, lo que sí produce la panza.

Finalmente le pregunté a Norris qué se hace con los granos perfectamente buenos que resultan después de filtrar el wort, o el líquido antes de fermentar, y me contestó “puedes hacer dos cosas: botarlos o hacer pan de granos con ellos”. Esto me pareció genial, porque convierte la cerveza en un alimento auto-sustentable y sin desperdicios.

Por el momento, yo seguiré yendo a mis restaurantes favoritos a tomar una “Stella”, pero no puedo negar que me fascinó el mundo de las cervezas caseras que acabo de conocer. Ojalá y muchos se animen a conocerlo también.

Para información: 

Caribbean Brewing - Tel: (787) 486-0356
Avenida 65 de Infantería, Calle A, Lote 9, Carolina Industrial Park, Carolina 00987
https://www.facebook.com/pages/Caribbean-Brewing/150849951608885




viernes, 19 de julio de 2013

“Se vale to’ en este sandwich de salchicha...”


Llegas tarde por la noche a tu casa, ya sea porque has estado trabajando overtime, estudiando para un examen, o te fuiste de juerga y estás jendío. Tienes mucha hambre y la nevera está relativamente vacía. ¿Qué es lo más extremo que has hecho para satisfacer la que te está matando? Le hice esta pregunta a varias personas, y las contestaciones son muy reveladoras. Como dice Calle 13, “Se vale to’ en este sandwich de salchicha...”.

Aparentemente todo el mundo tiene pedazos de pizza guardados en la nevera de su casa, y usualmente la comen fría a cualquier hora. Muchos guardan arroz - blanco o guisado - y también confesaron comerlo frío por la prisa. Uno que dijo que lo calentaba, lo mete al micro con una lasca de queso americano para que se le derrita por encima. Eso suena bien. Otro sofríe cebollas en mantequilla para juntarlas con el arroz; y si no tiene cebolla, come solo arroz con mayonesa. Cuando lo que hay son las habichuelas guisadas, pero no hay arroz, se come los granos como si fuera un dip recogiéndolo con pan o galletas.

Hace tiempo alguien me comentó que le echaba aceitunas y mantequilla al arroz blanco antes de calentarlo. La idea no está tan mal, e inclusive lo he hecho a mi manera: primero lavo las aceitunas para quitarle el sabor vinagroso y las echo al arroz blanco crudo. Luego lo cocino como siempre y cuando está listo le echo mantequilla derretida por encima... sabroso. Eso lo he hecho con invitados en casa y ha sido un éxito.

Las tortillas son otro de los platillos favoritos de la madrugada. Los ingredientes son los que varían... desde los más tradicionales, como los amarillos, papas o vegetales de lata, hasta los más cuestionables, como la tortilla de Corn Flakes o de spaghetti con carne. Esta última sin embargo, me recuerda una fritatta italiana tradicional más que un “resuelve”. Por supuesto, esto supone que en la nevera hay huevos para confeccionar la tortilla, y suficiente tiempo para terminarla... porque uno de los cuestionados confesó comerse dos huevos crudos con tal de no esperar a que se cocinaran. En esa nota, hay quien ha devorado chuletas crudas frías por la misma razón. ¡O.M.G.!

Los emparedados son la tercera comida más degustada de la madrugada, con distintos tipos de preparación. Algunos hechos con pan especial o criollo, y con rellenos que van desde jamón y queso hasta un sandwich de arroz con habichuelas. Otros sandwiches memorables son los hechos con dos galletas export soda; e inclusive hay quien hace su sandwich usando dos pancakes, de los congelados.

Uno que no tenía hot dogs, pero tenía el resto de los condimentos, tomó el pan alargado y le puso salchichas de punta a punta hasta que cubrió el largo del pan, y lo terminó con ketchup, mostaza, relish y sauerkraut. Digno del parque de pelota. Otra persona que sí tenía hot dogs pero no tenía los condimentos, optó por echarle sirop de pancakes en vez de ketchup y mostaza. Hablando de mostaza, uno de los amigos me dijo que se comió un bloque de tofú frío con mostaza por encima. ¡Hmmmmm!

No faltaron los que aprovechan las sobras de pasta.  Por ejemplo, una combinó spaghetti con un “dip” de queso crema y ajo, del que viene listo en la latita pequeña para servir con galletas en las fiestas. Eso debe hacer como una Salsa Alfredo muy particular, igual... pero distinta.

Entre las combinaciones más extrañas están los doritos con Nutella; los pedazos de pan con sirop de pancakes; pico de gallo con sirop de chocolate; pizza con un limón exprimido por encima; y un sandwich de doritos con mayonesa.

Los sobrecitos de ketchup, mostaza, mayonesa, salsa soya y duck sauce de los empaques para llevar, también reciben thumbs up porque siempre están disponibles en los recovecos de la nevera.

No te sientas marginado si en medio de un ataque de hambre de madrugada se te ocurre comer corn flakes, y la única leche que encuentras es leche en polvo. Espolvoréala por encima y échale un poco de agua fría. Puede que parezca engrudo, pero no vas a ser el primero ni el único que lo hace.

Como dice René, aunque no necesariamente hablando de comida: 
“Se vale to’ en este sándwich de salchicha
Se vale to’ aunque pasen con ficha
Se vale to’, morena, trigueñita o jincha”.

viernes, 12 de julio de 2013

Fumando espero... ¿Tienes un fósforo?


La prohibición de fumar en lugares públicos y la aparición de los encendedores desechables, han eliminado lo que fue uno de los sistemas más eficaces y económicos de publicidad: la cajita de fósforos. Hace pocos años casi todos los comercios ofrecían su “anuncio portatil”: hoteles, restaurantes y discotecas; tiendas, bancos y librerías; museos, perfumerías y líneas aéreas.

Para el diseñador gráfico, ese pequeño espacio se convirtió en un gran reto, y al día de hoy se otorgan premios para la mejor propuesta. Hay grupos de coleccionistas, en busca del librito perfecto con su carga de historia. Uno de los más premiados es el del restaurante Joe Tecce’s en Boston. 

Daphne’s, en el aeropuerto de Newark, también ha ganado varios premios de diseño gráfico por su estilo art-nouveau.

En el 1827, el químico inglés John Walker descubrió que si cubría el extremo de un palillo con ciertas sustancias químicas y lo dejaba secar, podía encender un fuego en cualquier lugar frotando el palillo contra papel de lija, pero tenían muy mal olor al quemarse. En 1830, se creó cerillos utilizando fósforo blanco, que no tenían olor, pero enfermaban a las personas ya que el fósforo blanco es venenoso. Unos años más tarde, se hizo la mezcla perfecta de químicos que funciona bien y no hace daño. Se les llamó “de seguridad”.

Por muchos años los fósforos se guardaban y transportaban en cajas de madera relativamente grandes porque los cerillos eran tres veces más largos de lo que miden ahora. En el 1889, el abogado Joshua Pusey de Filadelfia inventó el librito de cerillos de cartón porque le avergonzaba que la caja de madera en que llevaba los fósforos para sus tabacos sobresalía de su chaleco, y se decidió a resolverlo.

De ahí en adelante la historia de los cerillos cambió completamente.

El empaque de fósforos no solamente ha servido como medio publicitario, sino como documento histórico. Basta con observar un grupo de cajitas para seguir una trayectoria que nos trae recuerdos: Eastern Airlines, la conección con Disney World, y el antiguo Dupont Plaza. Los restaurantes Tango’s, Butterfly People (galería-restaurante) y La Fonda del Callejón en el Viejo San Juan; Mangére en Puerto Nuevo; Capriccio, Molino Italiano y Casablanca en el Condado. Sweeney’s, un restaurante de lujo y Coffee and... un lugar para el café, ambos en la Terraza de Plaza Las Américas. 

Se puede establecer, por ejemplo, parte de la historia de los restaurantes orientales en la Isla. El Cathay, fue el primer restaurante chino que se estableció en San Juan. Ahora está ubicado en un hermoso edificio estilo pagoda en Puerta de Tierra, pero originalmente estaba en un segundo piso en lo que es ahora el recinto del Centro de Convenciones en Miramar. El Ko-Bai fue el segundo, en la Avenida De Diego en Puerto Nuevo, y mucho más tarde el Fong Wong frente al Popular Center en Hato Rey, cuando ya era común ver restaurantes chinos en la ciudad. El primero japonés, un restaurante estilo teppan-yaki de la cadena Benihana of Tokyo, se estableció en la calle Loíza de Santurce, en el local que había ocupado por muchos años el club nocturno El Gato Tuerto. Luego de la quiebra del Benihana, el local se convirtió en Shannan’s Pub que se mudó para Guaynabo. Actualmente en el local está el club Plan B.

El primer uso publicitario de las cajetillas de fósforos surgió cuando la Compañía de Ópera Mendelsohn, quería promocionar su apertura en Nueva York de una manera especial. Los miembros del reparto decoraron 100 libritos en blanco con fotos de su estrella, el trombonista Thomas Lowden, y los repartieron en el teatro. El único librito que se conserva está valorado en 25,000 dólares.

La taberna Bull & Finch en Boston - sitio en que fue basada la serie “Cheers” - utiliza la cajita para promocionarse con ambos nombres; J.Paul’s, nombrado por el heredero de la familia Getty es un “pub” en Georgetown, Washington DC; y Tavern on the Green, el restaurante lujoso en el Central Park de Nueva York.

Algunas cajas han regresado a su tamaño original. La fenecida librería Hermes en Condado promovió su local con un librito bastante grande, y la marca de cigarros Dunhill hace alusión al tamaño de las cajas de madera originales. Curiosamente, algunas cajitas se disfrazan de “libros” como para no despertar sospechas en el anaquel.

Finalmente, sea por nostalgia o por desuso, la cajita de fósforos siempre le traerá grandes recuerdos hasta a los no-fumadores. Algunos lugares ya no existen, pero su anuncio portátil siempre mantendrá una llama encendida.