jueves, 27 de febrero de 2014

Artista Barista: Alberto José Santos


Jean-Michel Basquiat, Michelangelo, Martorell, Dalí y Tufiño fueron varios de los nombres que se barajaron en nuestra conversación. Desde artistas callejeros hasta clásicos, grafiteros hasta cartelistas. Alberto José se considera un artista que aplica su arte al servir una taza de café.

Alberto José Santos estudió Artes Plásticas, Pintura y Artes Gráficas en el Colegio de Mayaguez por un tiempo y luego pasó al Departamento de Arte de la Universidad Interamericana en San Germán, donde por casualidad su mamá era profesora.

Me llamó la atención el intrínseco trabajo artístico que Santos produce en pocos segundos sobre una taza de café en Arrope, el café-bar donde trabaja. Le pregunté su background, y de ahí que decidiéramos reunirnos para hablar sobre arte y café. 

Piensa que el estudiar artes como la pintura, tiene sus ventajas y sus desventajas. “El estudio te pule en términos técnicos, pero te quita parte de tu creatividad,” comenta. “Personalmente mantengo una constante búsqueda de lo que era ser un artista en la antigüedad, por la historia, la mano de obra artesanal, por el trabajo artístico antiguo”. Nos encontrábamos en Café Hacienda Cialitos en el Viejo San Juan.


Café Hacienda Cialitos
Este local dirigido por Joaquín Pastor, ofrece el café que se cosecha y produce en la finca del mismo nombre. Hablar con Pastor es como conversar con una enciclopedia de café puertorriqueño, y hasta ofrece clases de catación a pequeños grupos. El local tiene ambiente de artistas, con pinturas, serigrafías y grabados en exposición por las paredes así que estábamos en nuestra salsa; también tiene artesanías relacionadas con el café en varios estantes. Esta tarde el barista era Ray Hernández.





Alberto José, que tiene “24 pa’ 25 años”, ha decidido buscar una voz propia en el arte, y dedica mucho de su tiempo libre a la práctica de dibujar para cuando llegue su vocabulario de arte. De la mochila que cargaba, extrajo dos libretas repletas de dibujos (varios de los cuales reproducimos aquí) en blanco y negro, a color, a mitad, completados. “Este es más psicodélico, este es más un homenaje a Basquiat, este es tribal...”, me decía según pasaba las coloridas páginas. En San Juan no tengo mucho espacio, así que hago dibujos, y en mi casa en San Germán los transfiero a formato grande porque tengo un sótano para trabajar.

Jean-Michel Basquiat
Se entusiasma con el proyecto “Los Muros Hablan”, porque es trabajo que trasciende la galería hasta la calle. Por eso le atrae la figura de Basquiat, un grafitero callejero, que a la inversa, llegó a la galería. Ese artista neoyorquino de padre haitiano y madre boricua, trabaja sobre sus raíces caribeñas en su colorido, lo que impresionó a Andy Warhol hasta llevarlo a trabajar como colaboradores en varios proyectos.

Entre sus contemporáneos, Santos menciona a Alexis Díaz, Omar Velazquez, Ibarra y Rogelio Báez como artistas plásticos con los que se identifica. “...Pero el arte se mueve con los tiempos”, me comenta. “La influencia no viene de momento, no sé si la “musa” existe. Hay que pensar y crear una idea, una línea que se siga de momento”.

A Alberto José le apasiona el trabajo indígena, tanto que diseñó su propio tatuaje de un buho, basado en el tipo de diseño taíno, que se le parece a las tribus indígenas de Alaska. “Ellos trabajan mucho la abstracción de la forma, y luego colocan unas encima de la otra hasta formar un tótem”, termina diciendo.

Cuando decidió mudarse para San Juan, consiguió trabajo y apartamento en una semana. Así fue que llegó originalmente a Café Cola’o en donde estuvo dos años antes de cambiarse para Arrope. Desde pequeño tomaba café hecho con ambos sistemas, espresso y pour-over, porque una abuela usaba greca, y la otra colaba en media.

Ahora sus días libres los pasa visitando el interior la isla. El domingo anterior lo pasó viendo barrancos llenos de sembradíos de chinas en Las Marías, hasta salir por Yauco, beneficiados y plantaciones y haciendas de café... y mucha gente... gente disfrutando de un café de calidad.


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martes, 25 de febrero de 2014

Como dos gotas de café con leche


Como casi todos los hermanos, ellos han tenido sus altas y sus bajas. Por momentos han estado muy de cerca, otros más distantes, sin embargo ya como adultos, un compartido interés ha sido el elemento unificador en su vida: la pasión por el café.

Mariarosa y Josemiguel Gómez son dos baristas puertorriqueños propietarios del exitoso café-bar Ristretto Café, localizado en el Hotel Verdanza de Isla Verde. En un par de semanas abrirán un segundo local llamado Tostao, en el área de Bayamón.

Mariarosa se ha convertido en una “celebrity” porque representó a Puerto Rico el año pasado en las competencias mundiales de Baristas en Australia, en la cual logró la posición más alta a que ha llegado un competidor boricua. Tres semanas más tarde, viajó a Francia para representar en las competencias de “Latte-Art”.

Josemiguel, como buen comerciante y estratega, se ha mantenido al margen de esa publicidad, aprovechándola para trabajar incansablemente en la parte administrativa de ambos locales, sobre todo recientemente en la construcción del segundo local.

Hace unos días coincidimos los tres en Ristretto, sobre una taza de café Hacienda Monte Alto, para hablar sobre sus carreras como baristas, sus respectivas trayectorias personales y sus negocios en común.

A todo este torbellino de experiencias y trabajo, Mariarosa le añade el rol de madre, esposa y estudiante. A sus 25 años, está casada con Javier Moya y tienen 2 bebes: Mauro de 2 años y 4 meses; y Pau 3 años y 7 meses.  Parte del día, Mariarosa hace la práctica para chef de repostería en el Hotel Vanderbilt del Condado, como parte de sus estudios en la Escuela Hotelera. “Me gustaría moverme hacia la repostería europea, con su gran  variedad de sabores y texturas distintas a las que son bien conocidas en la isla”, explica.

Josemiguel, a sus 27 años está soltero, comprometido para casarse con Amanda Saltiel dentro de muy poco, “y tengo un gato,” aclara. Aunque es un entusiasta del automovilismo, y siempre pensó que esa era su vocación, ha aprovechado los viajes a las competencias con su hermana para explorar el mundo mecánico del café en las convenciones y hacer contactos. Hace una semana llegó de reunirse con una compañía canadiense de máquinas de procesar café con intenciones de expandir sus negocios.

A través de toda la reunión, diversos turistas y locales pasaron por el café-bar para pedir su café, lo que me motivó a preguntar sobre la recepción del cliente extranjero a nuestro producto artesanal. “El turista encuentra el café más fuerte que el americano, y usualmente pregunta de dónde viene, porque presume que no es de Puerto Rico”, comenta Josemiguel.  “...y tenemos un cliente que ahora se hospeda en otro hotel y viene a desayunar aquí porque este café le gusta más”, añade Mariarosa.

“El café puertorriqueño impulsa la economía de la isla”, asegura Josemiguel. “Cuenta todas las personas que se emplean a través de todo el proceso, desde la siembra hasta el café-bar, y te vas a dar cuenta de que es una industria gigante con un potencial mucho mayor al que se tiene ahora mismo”.

Ambos hermanos han tenido experiencia trabajando en el teatro, el cine, la televisión y la radio, y no es de extrañarse, porque su papá es el primerísimo actor puertorriqueño José Félix Gómez. Jofe, como se le conoce en el mundo artístico, es quien le dio vida al personaje principal del musical “La verdadera historia de Pedro Navaja”, que mantuvo en cartelera la compañía Teatro del Sesenta por muchos años; y a todos los varones Morrison de la obra Quíntuples de Luis Rafael Sánchez junto a Idalia Pérez Garay.

Precisamente esta experiencia histriónica, es la que le dio seguridad a Mariarosa en las competencias, aparte de los tres meses de ensayos con asesores como Daniel Rivera, Erica Reyes e Iche González, y el constante recuerdo de Karla Ortega para que usara “...la voz que sonríe”, recuerda.

Mariarosa cuenta que no tomaba café cuando pequeña, salvo el café con galletas cuca de su abuelo, que tenía una finca en Utuado. Su tío, tenía un beneficiado y una torrefacción. Pasaron años y no fue hasta que conoció a su hoy esposo, que ingresó al mundo del café porque es su suegro quien distribuye el café Hacienda Monte Alto que ofrecen en Ristretto, y que van a ofrecer en Tostao.

Cuando pequeños, vivieron varios años en Madrid en lo que ambos padres estudiaban su doctorado - “mami en linguística, y papi en teatro”. Aunque al principio se hizo difícil acostumbrarse al clima, ahora Madrid se ha convertido en el lugar a donde van a vacacionar cada vez que tienen oportunidad.

Jose se acostumbró a tomar el café de la mañana cuando pasaba por un Starbucks cercano a su casa. Ahora, su gusto por el café ha madurado, y ha aprendido a apreciar el buen café artesanal con su dulce natural, sin azúcar. Una vez inmerso en el proyecto de Ristretto Café, estudió barismo en la Escuela de Café y Baristas con Erica Reyes, y se integró de lleno en todos los aspectos del negocio. “Lo más que me interesa es el servicio al cliente”, me explica. “Eso incluye hasta un día en que un equipo de fútbol que se estaba quedando en el hotel no tenían manera de ver un juego muy importante... les puse mi laptop en el mostrador, y lo vieron por internet sentados en las mesitas”.

Lo mejor de sentarse a conversar con los dos hermanos, es el cariño especial que se les nota. Mariarosa adora a su hermano mayor, y Josemiguel admira a su hermana menor con ojos de hermano protector. El negocio funciona como una obra teatral bien ensayada, y en el par de horas que estuvimos reunidos, los vinieron a saludar los clientes usuales. Mi visita, bueno, en realidad mi visita fue como una reunión familiar con viejos amigos. La vida te da sorpresas...


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martes, 18 de febrero de 2014

Barista Musical: Carlos Padial


Mientras caminábamos al próximo café-bar, le pregunté cómo hizo la transición de la música hacia el barismo. “Siempre he sentido pasión por el café”, me contesta. “Mi esposa y yo hacíamos coffee-tours por el Viejo San Juan. Veníamos en bici desde Hato Rey, a visitar distintos lugares para tomar café. Luego terminábamos con una copa de vino antes de regresar a casa”.

Padial tiene una trayectoria musical envidiable. Por ocho años fue el guitarrista de la banda que acompaña a su ex-esposa, Kany García, lo que lo llevó a compartir escenarios con artistas de la talla de Camila, Alejandro Sanz, Alejandra Guzmán, y a viajar por Europa, Sur-América y Estados Unidos.

Carlos Padial, un joven de 30 años, estudió Ingeniería Industrial, y tiene además un bachillerato en Matemáticas. “Hice mis estudios universitarios mientras tocaba en la banda”, explica. “Llevaba las maletas llenas de libros de la universidad y estudiaba en los aviones mientras viajaba. En realidad todos en el grupo me apoyaban en los estudios, aunque de vez en cuando me relajaban”.

Llegó a Toa Baja a los cinco años desde su natal Chicago donde habían ido a vivir sus padres. Allí se crió y comenzó su interés por la música, con una banda rock en la que tocaba batería y cantaban covers, o canciones establecidas por otros cantantes. 

“Mi segundo hogar es Ciales, de donde es la familia de mi mamá. Allá tenemos ‘una casita con el río de frente’, como dice la canción”, comenta.

Esta tarde nos encontramos para conversar en Puerto Rico’s Café Cola’o, en donde Carlos es barista. Aproveché para tomar un cortado del House Blend preparado por Omar Dávila, y salimos para el próximo café-bar. “Qué coincidencia que menciones lo del coffee-tour, le comenté, “La entrevista que estamos haciendo es parte de una serie llamada Coffee-Bar Hopping”. 


Llegamos a Caficultura.
Caficultura es un café-bar localizado a la entrada del Viejo San Juan, a la parte norte de la Plaza Colón. El lugar es bien acogedor, con ambiente de café europeo, piso y mesas de mármol y chandeliers. El café que sirven es marca Cafeteros. Allí almorzamos algo ligero para seguir la conversación.





“Pienso que ahora mismo estoy en un receso de la ajetreada vida musical”, me comenta. Estoy buscando una vida más espiritual, he hecho yoga, no tengo tanto estrés... estoy contento con la persona en que me he convertido. Inclusive he pensado retomar la profesión de ingeniería”.

El músico no tiene hijos, “...pero tengo un perro. Se llama Maximus y es un English Bulldog. Se puede decir que ese es mi hijo, y es el que me hace compañía”.

Carlos me cuenta que tenía una máquina Sylvia para hacer espresso en la cocina de su casa. En ella le cogió el gusto a preparar café. “Al día de hoy, cuando preparo un café para un cliente, lo hago con la misma dedicación con que lo preparaba en casa... pienso que de cierta manera, el café que le ofrezco lleva integrado un poco de mi ser”, me confiesa.

Su interés por el café lo llevó a tomar algunos cursos de barista que ofrece Gustos Coffee en sus facilidades, y en este momento toma otras clases en la Escuela de Café y Baristas que dirige Erica Reyes, también dueña de Café Cola’o. Profesionalmente, su primer proyecto como barista fue crear una estación de café para el brunch dominical de Downtown en Hato Rey.


Nos mudamos para Café Poético
Frente a la Plaza de Armas, este local dedicado a la poesía ofrece “micrófono abierto” para poetas algunas noches de la semana, en un área designada para ese propósito en la parte posterior. En el café ofrecen distintas bebidas de café de la marca Finca Exclusiva, de Ciales.

Pero la pregunta obligada es cómo ha compaginado la profesión musical con la profesión del café. “Con humildad”, me contesta. “A pesar de lo grande que se escuche el éxito en la música y lo que he recorrido, eso mismo me ha hecho valorar la gente que rodea el ambiente de los café-bars: los clientes, los baristas y compañeros. Hay una equivalencia entre el barista y el músico. El ambiente del café es igual al de la música, y se complementa el trabajo nocturno como músico, con café por el día”.

En términos musicales, Padial continúa trabajando como Director Musical del joven cantante Christian Daniel, con quien abrió tres conciertos consecutivos de Juan Luis Guerra en la pasada gira. 

“Hay tres cosas que me apasionan: La música, los libros y el café. Un día me gustaría tener un local en donde ofrecer esas tres cosas... de ambiente habría Jazz, blues y reggae”, me explica.

Caminamos calle abajo en busca de un sitio en donde tomar la foto de portada que acompaña este artículo, cuando de repente se detuvo frente a la ventana de un edificio abandonado. “Mira por esa ventana”, me dijo. Cuando miré a través del sucio cristal, logré ver un hermoso espacio vacío con varios niveles, arcos y escaleras. “Me gustaría que mi café-bar fuera aquí”.

Seguimos caminando en busca del lugar para la foto, pero en todos había mucho sol, o mucha sombra, o mucha gente, hasta que finalmente llegamos de nuevo al frente de la ventana de cristal, y la luz era perfecta. “Esto es un presagio”, le dije. “Wow, si...”, me contestó.






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