lunes, 29 de febrero de 2016

Mi nombre es José y soy adicto a los churros

Confieso que madrugo los domingos para estar en el café cuando los sacan calientes de la cocina. Calientes, crujientes y suaves. Dicen que el primer paso para la recuperación es aceptarlo. Bueno, pues soy adicto a los churros, y ya puse el despertador para asegurarme la cura del próximo domingo.

Era muy niño la primera vez que escuché hablar sobre churros. Habían llevado a alguien al hospital porque estaba friendo churros y se le viró la olla de aceite caliente encima. Ella estaba gravemente quemada y pensaban que se moría. Yo estaba gravemente horrorizado con una comida que te podía causar la muerte. Toda la primera parte de mi vida la pasé sin comer churros. 



Pez "fugu" japonés (blowfish). Foto suministrada.
Hasta el día de hoy tampoco he comido fugu, el pescado japonés que envenena. Ese no tengo intenciones de probarlo, porque dicen que si no te mueras, mínimo se te adormece la lengua mientras lo comes. Aparentemente es muy común que en los restaurantes en donde se sirve, alguien caiga sobre la mesa de vez en cuando, habiendo pasado a mejor vida. La historia de los churros y yo, es bien distinta.

El nombre “churro” viene de una raza de cabras con grandes cuernos en forma de tirabuzón, oriundas de Europa. La fritura tradicional se asemeja a esos cuernos por su textura, y probablemente algo tiene que ver... cuerno... churro... ¿get it?



Churros con chocolate
de San Ginés, Madrid.
De todos modos, hay varios tipos de churros: los españoles, los mejicanos, los rellenos, los de papa; azucarados, con canela, dulce de leche, chocolate; gruesos, finitos, extra crujientes, suaves. Los que nos ocupan sin embargo, son los básicos: crujientes por afuera, suaves por dentro, si acaso con azúcar impalpable por encima.

En San Juan de Puerto Rico no es fácil dar con ellos para desayunar, y sólo las panaderías españolas como La Ceiba, los ofrecen. Algunos restaurantes mexicanos también, pero sólo de postre y con cajeta. Algún lugar de comida rápida también los tiene... pero nada que ver.


En Madrid, de donde son originales, hay churrerías por todos lados, como las chocolaterías San Ginés y Puerta del Sol; pero en cualquier cafebar regular los puedes comer frescos.


La receta es bien básica: harina, agua hirviendo, sal, y aceite para freírlos. Alguna gente le añade polvo de hornear para hacerlos esponjosos, aceite para hacerlos suaves, azúcar para que sean dulces, o con mitad leche y mitad agua - no sé para qué - pero todo eso es opcional y al gusto del consumidor. Aquí la receta básica:
Ingredientes:
- 2 tazas de agua hirviendo
- 2 tazas de harina de trigo
- Una pizca de sal
- Aceite de oliva virgen para freír


Preparación:
Primero se coloca la harina en un envase y luego se le añade el agua con sal hirviendo. Se mezcla un par de minutos con una cuchara de madera hasta que la masa se despega de la olla. Es importante que no tenga grumos. Después se coloca la masa en la churrera o en una manga pastelera con punta de estrella y se comienza a freír los churros en aceite fresco de oliva o vegetal, durante 3-4 minutos aproximadamente.



Chequea la página de Facebook de la Repostería La Ceiba
https://www.facebook.com/Reposteria-La-Ceiba-192123514149395/?fref=ts

Chequea la página de Facebook de la Chocolatería San Ginés

Chequea la página de Facebook de Chocolatería Puerta del Sol



Chequea la página de Facebook de Refresco de Tamarindo y dale “Like” para que leas otros interesantes artículos.

También puedes buscar a Refresco de Tamarindo

en Instagram

en Twitter

en VIMEO

en YouTube

en Tumblr

en Pinterest

en Vine


No hay comentarios.:

Publicar un comentario