Este filme, es el tercero de la serie de artículos basados en mis películas favoritas de toda la vida, en los que entrelazo las historias con su país de origen, y la gastronomía que eso sugiere. Los anteriores, “Camila”, de la argentina María Luisa Bemberg; y “Big Night” de Stanley Tucci, sobre el Nueva York Italo-americano, son las entradas anteriores a ésta en el Blog.
La idea es que el lector se sumerja en la trama y adopte su ambiente mientras la disfruta, pruebe platillos de la era o del país, y si se anima, hasta se vista apropiadamente según la época.
Todas las películas se consiguen fácilmente a través de los sistemas de alquiler, páginas de Internet o en DVDs.
A Orfeo Negro la conocí en un festival de cine, después de pasar parte de un verano en Río de Janeiro visitando a mis abuelos que vivían allí.
El ambiente y los lugares me son conocidos, y aunque nunca subí a la “favela”, la barriada en que ocurre la historia, estuvo siempre tan presente como el Cristo del Corcovado y el Pan de Azúcar.
La música de Antonio Carlos Jobim es otra cosa que está integrada al país como si fuera su “soundtrack”. En todos lados se escucha y esa melancolía que transmite es parte del ánimo que se percibe en los brasileños.
Orfeu Negro
(1959) Dirigida por Marcel Camus
Libreto por Vinicius de Moraes
La felicidad es como pluma,
que el viento va elevando sobre el mar.
Vuela tan leve, tiene una vida breve,
precisa que haya viento sin parar.
La canción de Antonio Carlos Jobim comienza esta historia de amor que florece en la “favela”, un arrabal enclavado en la falda de una montaña en Río de Janeiro que baja hasta las playas de Copacabana. Luego, la historia se traslada al medio del carnaval carioca.
La película, basada en el mito griego de Orfeo y Eurídice, está protagonizada por Breno Mello y Marpessa Dawn. Ganó el “Palme d’Or” del Festival de Cine de Cannes, el “Oscar” y el “Golden Globe” de 1960 como mejor película extranjera.
La historia
La joven Eurídice (Marpessa Dawn) llega a Río de Janeiro invitada por su prima, Serafina (Léa Garcia). Tan pronto llega conoce a Orfeo (Breno Mello), un conductor de “trolley”, cantante y guitarrista -en el mito original, toca la lira- que está a punto de casarse con su novia, Mira (Lourdes de Oliveira).
Orfeo es muy coqueto con todas las chicas que le pasan por el lado, y no es muy dado a la fidelidad hacia su pareja. Serafina y Orfeo son vecinos en la favela, que está en la falda de una montaña que da hacia la bahía de Río.
Cuando Eurídice llega, es la víspera del carnaval y las distintas comparsas ensayan y ultiman detalles para la actividad. Sin embargo, Eurídice no ha viajado a Río para ir al carnaval, sino para escapar de un hombre que quiere matarla, y disfrazado de la muerte, la persigue por toda la fiesta. A todo esto, nunca sabemos quién es y por qué su interés en asesinarla.
Tal como cuenta la leyenda griega, Orfeo y Eurídice se enamoran, y ella pierde la vida. Orfeo desciende a los infiernos a tratar de recuperarla, pero no lo consigue y pierde la vida en el proceso.
El desenlace y fin de la historia en la película es gráficamente estremecedor porque Orfeo no logra dar con Eurídice. La busca por toda la ciudad, en los hospitales y hasta en la morgue.
En un momento llega a una ceremonia Macumba (de santería brasileña), y la espiritista oficiante le sentencia: “no mires hacia atrás, porque puedes perder tu alma”. Orfeo mira lo que tiene detrás, y es terrible.
Pero la comida... Feijoada, farofa e caipirinha
La comida oficial de los Brasileños es la Feijoada, un guiso de habichuelas negras (feijão) con pedazos salados de cerdo, longaniza linguiça y otros embutidos, que se sirve con arroz y gajos de naranja para cortar un poco la grasa según vas comiendo.
Sobre la feijoada se espolvorea la farofa, que es harina de yuca (mandioca) sofrita en grasa con pedazos de tocino, al estilo de las gachas o las migas en España, y tostada con uno que otro condimento, cebolla, ajo, huevo duro y aceitunas.
...y el aguardiente, la caña, el pitorro o la cachaça
No se puede quedar atrás el alcohol. Como en cualquier parte del mundo, se fabrica el aguardiente casero o la cachaça, aunque en Brasil es legal producirlo.
Una de los tragos alcohólicos más comunes es la Caipirinha, y hasta existe un vaso particular de madera en forma de pilón para prepararla. Es muy sencilla de hacer aunque bastante fuerte.
Toma un limón partido en cuartos y májalo en el mortero con una cucharada de azúcar negra. Añade hielo, una medida de cachaça o ron, y ya está. Lo tomas en el mismo mortero.
Para los no-alcohólicos existe el guaraná, un refresco hecho de una fruta del mismo nombre, oriunda del país. Es muy rico, su sabor es una mezcla entre una cola y un ginger ale, pero con mucha más cafeína. Claro, el guaraná viene también con alcohol, y se le llama guaraná champagne.
Una tarta de Banana para el postre
Esta tarta de banana la aprendió a hacer mi abuela durante los años que vivió en Río de Janeiro, y regresó con esa receta. La confección no lleva base y se sirve estilo “cucharón”. Yo le añadí una base para hacerla más estable, pero siéntete en libertad de omitirla. Si te fijas, con dos bananas, tres huevos y azúcar, terminas con un postre extraordinario. ¡Buen provecho!
TARTA DE BANANA
Base:
1 taza de harina
1/2 taza de azúcar
1 huevo
1/4 taza de mantequilla
1/2 cucharadita de vainilla
1 pizca de ralladura de limón
Procedimiento:
Mezcla en un bol el azúcar con la mantequilla a temperatura ambiente. Luego, incorpora el huevo y ve agregando la harina, la vainilla y la ralladura de limón.
Deja reposar la masa en la nevera por 30 minutos. Pasado el tiempo de reposo, retira la masa de la nevera. Luego, engrasa y espolvorea con harina un molde para horno. Extiende la masa con los dedos, para hacer la base.
Relleno y merengue:
2 bananas
3 huevos separados
Canela
1/2 taza azúcar moreno
1/2 taza azúcar blanca
1/4 cucharadita de vainilla
Procedimiento:
Corta las bananas en lascas y colócalas sobre la base... o el molde, si no tienes base.
Bate las yemas de los huevos con el azúcar moreno y la canela hasta que sea una espuma suave y viértela sobre las bananas. Lleva al horno a de 300º F durante unos 35 minutos.
Bate las claras con el azúcar blanco y la vainilla. Cuando esté lista la tarta, cúbrela con el merengue y regrésala al horno por 5 minutos o en lo que doran las puntas. ¡Ya!
* ® - Las fotos de la película son de la promoción, y tienen sus derechos reservados.
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