viernes, 3 de abril de 2020

La joya del libertador

El Libertador, 1860 por Aita (Rita Matilde de la Peñuela) 
Oleo sobre canvas 107x 69 cm. Colección 
Banco Central de Venezuela. Foto suministrada. D.R.
El guardia me apuntó con su revolver mientras pedía refuerzos por el walkie-talkie, y en cuestión de segundos yo estaba rodeado por media docena de oficiales de la seguridad del Banco Central de Venezuela. La situación sugería que habían abortado un atentado contra la República, y ellos habían capturado al  extranjero sospechoso, como si yo fuera McVey en Oklahoma. A todas luces esto era como una película de Stallone.

La realidad era que yo estaba dentro de la bóveda del banco a invitación del Presidente de la institución, que le dio instrucciones a su secretaria de que me llevara a ver la exhibición de joyas. 

Banco Central de Venezuela, Caracas.
La joven me llevó al lugar un par de pisos más abajo, me dijo que la esperara y se fue. Una hora más tarde y harto de esperar por la mujer y de mirar joyería, decidí salir de la bóveda y preguntarle al guardia que cuidaba la entrada del piso cómo llegaba a la oficina Presidencial. Ahí se desató el caos.

El Arquitecto Oscar Niemayer.
Todo empezó cuando yo regresaba de Brasil en donde estaba, entre otras cosas, haciendo un trabajo sobre la ciudad de Brasilia y su arquitecto Oscar Niemeyer para la Universidad. 

El Palacio de Itamaraty: Ministerio de Relaciones Exteriores, 1970; y el Palacio da Alvorada: Residencia del Presidente, 1957 Brasilia. Diseños: Arq. Oscar Niemeyer. Fotos suministradas. D.R.
Museo de Arte Moderno, Caracas, 1954.
Diseño: Arq. Oscar Niemeyer. Foto suministrada. D.R.
A la vuelta, decidí quedarme una semana en la casa de mi madrina en Caracas, para aprovechar y llegarle a un museo que había diseñado Niemeyer en esa ciudad. 

Museo de Arte Moderno, Caracas, 1954.  
Diseño: Arq. Oscar Niemeyer. Foto suministrada. D.R.
Del edificio sólo había visto fotos, y era una espectacular  pirámide invertida: la parte de arriba era bien ancha, y lo que tocaba el piso era la punta, balanceada en el borde del precipicio de una montaña. Esto había que verlo.

Museo de Arte Moderno, Caracas, 1954.  
Diseño: Arq. Oscar Niemeyer.
Foto suministrada. D.R.
Nadie en Caracas sabía o había escuchado de tal edificio. Mi tía, que era una mujer muy conocida, llamó a uno de sus amigos que casualmente era el presidente del Banco Central, lo que en Estados Unidos es el Departamento del Tesoro, quien le dijo que llegáramos a su oficina para averiguar. 

Museo de Arte Moderno, Caracas, 1954. Diseño: Arq. Oscar Niemeyer. Foto suministrada. D.R.
Desde allí hizo par de llamadas a otros ministerios de gobierno, hasta que finalmente nos explicaron que el museo se quedó en planos y que las fotos publicadas eran de una maqueta de presentación colocada en el solar.

Condecoración Sol del Perú - Realizada en brillantes e impuesta a Simón Bolívar por el ilustre protector del Perú, General José de San Martín, y fundador de la orden del Perú. La entrega se llevó a cabo en una histórica entrevista que celebraron ambos próceres en Guayaquil, en julio de 1822. Foto suministrada. D.R.
Como premio de consolación el señor Presidente sugirió mostrarme “El Sol de Perú”, un broche otorgado al libertador Simón Bolivar por el General José de San Martín por su ayuda para lograr la independencia de Perú. La joya, de cuarenta rayos en oro recubierto con 566 brillantes, vale varios millones de dólares. 

Exhibición de la Joyería Nacional, Banco Central de Venezuela,
Caracas. Foto suministrada. D.R.
Para guardarlo, el banco construyó una bóveda en donde también guardan otras piezas de joyería que son parte del tesoro Nacional, y que funciona como una sala de exhibiciones. No estoy para nada interesado en ver joyería, pero acepté la invitación por curiosidad y me fui con la secretaria.

Un rato más tarde el señor Presidente llegó con mi tía y su secretaria a rescatarme a la oficina de seguridad en el sótano, a donde me habían llevado y donde yo trataba de explicar infructuosamente por qué estaba allí y pidiendo que llamaran a la oficina presidencial para confirmar. Los confundidos guardias, que nunca habían tenido que llamar a la Oficina del Presidente para nada,  no sabían ni por dónde empezar.

Finalmente el señor disculpó la indiscreción de su secretaria de dejarme sólo sin avisar - supongo que le dieron tremendo regaño - y todo el mal rollo, ;por suerte, quedó ahí.


Mira las imágenes del Museo de Niemayer en 3ra Dimensión


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