miércoles, 4 de diciembre de 2013

No quiero un árbol natural, ni uno artificial. Quiero uno vivo. En serio.


Pasaba por uno de los lugares que venden árboles de navidad naturales y me sentí culpable al pensar que esa tradición navideña ha causado estragos en el eco-sistema. No sé si por la economía tambaleante o qué, pero en el lugar quedaban cientos de árboles frondosos que nadie ha comprado. Estos pinos, a la larga desechados, van a ser un desperdicio irreparable para la naturaleza. Me preguntaba entonces, ¿cuál es la mejor alternativa para eliminar ese desperdicio? ¿Cuál es la mejor selección en términos ecológicos? ¿Natural o de plástico?
El árbol de plástico que tengo en el armario hace años y que siempre saco para esta época, es un ejemplo de reciclaje: por lo menos no estoy cortando un pino año tras año. Por otro lado, mi árbol está hecho en china, probablemente de plásticos no-biodegradables y petróleo. Seguramente una vez yo lo deseche, le dará alegría navideña al basurero municipal por varios siglos. En serio. Ni siquiera se me ocurra pensar en los químicos que sueltan al ambiente de mi casa cuando las bombillas de colores lo calientan.
El árbol natural que traen refrigerado de los Estados Unidos, es una forma orgánica de obtener el pino navideño. Estas plantaciones están obligadas por ley a reponerlos, sembrando 2 ó 3 retoños por cada árbol que cortan. Estos pinos son un recurso renovable, y en cerca de 1 millón de cuerdas de sembradío, proveen el oxígeno necesario a diario para 18 personas. Pero ¿en serio que quieres cortar esos bosques para tener un árbol decorado en tu casa por tres semanas? ¿En serio vas a pasar las de Charlie Brown?
La pregunta me la estuve haciendo unos días hasta que de repente se me ocurrió buscar un pino vivo, sembrado en un tiesto, en el vivero de por mi casa. Me levanté tempranito y llegué al jardín a la búsqueda de mi árbol de Navidad de este año. En serio.
Resulta que además de pinos, encontré varias alternativas para escoger, como los cipreses, y las eugenias. También se puede elegir alguna alternativa autóctona de Puerto Rico y tener una navidad realmente boricua.
“En realidad puedes usar cualquier árbol que sea frondoso, y podarlo en forma de cono”, me explicó Carlos Morales de Jardín Selecto en Río Piedras. “La gente le tiene miedo a podar los árboles porque piensan que le hacen daño, pero es totalmente a la inversa, en realidad lo ayudas a prosperar”. Carlos es profesor del arte japonés del bonsai, en el cual el acto de podar es parte integral de la creación del arbolito en la bandeja. 
El arbol en el tiesto se puede entrar al interior de la casa decorado por las dos o tres semanas que dura la época navideña, con un mínimo de regado de agua como mantenimiento - preferiblemente cerca de una ventana. Luego de terminada la temporada, sacarlo al exterior para que siga su ciclo de vida natural al sol. Lo puedes sembrar en la tierra, lo puedes mantener en el tiesto para usarlo el año próximo, o lo puedes trasplantar a un tiesto elegante y dejarlo como parte de la decoración de tu patio, terraza o balcón.
El uso del árbol vivo se puede convertir en una nueva tradición en la familia. Decóralo con los niños, y año tras año los verás crecer a los dos, los niños y el árbol, y cuando sean mayores siempre recordarán la actividad - porque con un mínimo de cuidado, el árbol vivo va a estar en tu casa para siempre, posiblemente para el disfrute de tus bisnietos. En serio.
Las plantas en el jardín vienen de todos tamaños, desde cerca de dieciocho pulgadas hasta más de ocho pies. Igualmente hay de todos los precios, pero si sacas cuenta de lo que gastas anualmente en el arbolito natural que botas cuando se seca, o lo que cuesta el pino de plástico que te aburre al par de años, verás que el árbol vivo es como invertir una centavería.
El Jardín Selecto tiene una buena variedad de pinos y otros árboles frondosos, porque varias veces al año ofrecen cursos del arte del bonsai, y esos precisamente son los mejores para darle la forma tradicional. Allí tienen todos los implementos, alambres y tiestos necesarios para este maravilloso pasatiempo. “En enero empezamos el curso, a manera de tranquilizante para quitarle el estrés navideño a la gente”, bromea Carlos, mientras me mostraba los tiestos nuevos acabados de llegar de Japón.
Nunca llegué a comprar el árbol porque la variedad era tanta, que decidí poner varios este año, así que regresé a mi casa para organizarme. Creo que voy a sembrar un par de eugenias en la entrada, uno más formal en la sala, y tres palmas tropicales en la terraza, todas adornadas con bombillas multicolor para celebrar la navidad en vivo. Probablemente gaste menos. En serio.

Para más información:
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