Esto es vida.

Todo el día tuve pegada la canción de Robbi Draco “Esto es vida”. Por el texto y por el ritmo de la música. Si fuera a ponerle música a un video sobre mi visita a este sitio, lo más probable sería esa. 

No soy el más viajero, pero por cuestiones de trabajo me he hospedado en hoteles de sobre $800 la noche. Habitaciones que incluyen un jardín exterior privado con jacuzzi, una barra completa con todos los licores imaginables y una pared repleta de equipos electrónicos; en medio de ciudades importantes a las que puedes salir de “party” a cualquier hora de la madrugada. Sin embargo cuando entré a una de las casitas de la Hacienda Pomarrosa y sentí aquella paz, comenzó la musiquita en mi mente y dije “Esto es vida”.

Vamos a hacer nuestra casa en el cielo de esta selva... esto es vida.

Cuando estacioné mi auto en un pequeño pedregal en la altura de la montaña, hacia el lado derecho había dos racimos de guineos maduros colgando de la rama de un árbol. Uno de ellos era de guineos niños. Sebastián Legner, el dueño de la Hacienda se me acerco, y después de presentarse me dijo “Cuando quieras, vienes hasta aquí y puedes comer todos los guineos que quieras. En el almuerzo voy a tener un pan hecho con los guineos que le faltan al racimo”. Soy de pensar que un acercamiento como ese, establece cómo va a ser el resto mi día. Sebastián resultó ser un tipo muy amable y cordial, bien accesible, chistoso e inteligente; ya es mi pana por Facebook y nos hemos comunicado un par de veces.

Mi visita es el resultado de una invitación por parte de Juanqui Agosto de Puerto Rico Coffee Map, a recoger café de la Hacienda con un grupo de baristas, y a realizar un “Latte-Art Jam” en la tarde. Esta visita ya la documenté en otro escrito que puedes leer en mi página Refresco de Tamarindo, pero en éste me quiero enfocar en la Hacienda.

La verdad es que el lugar está situado en la parte norte del municipio de Ponce, colindante con el próximo pueblo de arriba. Por esta razón, cuando mencionaron Ponce, la imagen que tuve fue del Parque de Bombas, el Museo y el Teatro. Nada que ver. Esto es un lugar en las montañas, con mucho frío - la temperatura estaba en los 60s bajitos todo el día y juro que por la noche bajó mucho, aunque según Sebas, el récord es de 55.

Cultivar amor de grama y plantar estrellas... esto es vida.

La Hacienda Pomarrosa consiste de un jardín bien cuidado y bien grande, con varias casitas blancas dispuestas en lugares estratégicos. 

Un gazebo grande central, que tiene una mesa comunal, con chimenea que a la vez sirve de horno de leña. Hacia un lado del gazebo está la cocina, que se puede ver desde la mesa. 

Más adelante está el cafetal, que incluye árboles de china, toronja y matas de plátano y guineo. A través de toda la hacienda, y como parte de la decoración, abundan los arbolitos de café.

En la falda de la hacienda, pero sólo a unos pasos, están los edificios de procesado del café. Si se quiere, la estadía puede incluir una visita y explicación del sistema. La mejor parte para los interesados en la ecología y el ambiente, es que la mayor parte del proceso es auto-sustentable y usa poca electricidad. Todo funciona por gravedad, por la caída de agua o por el flotado de los frutos del café. El desecho de la fruta, como la cáscara, se usa en una composta para abonar el sembrado de café.

Beber amor cada noche, comer amor cada día... esto es vida.

Foto cortesía de Brenda Sorrentini
de Friend's Café en Mayaguez

Como nota muy personal, una anécdota: Cuando Sebastián hizo el conteo de churrascos para el almuerzo, le expliqué que no pusiera uno para mi porque soy vegetariano. Al rato vino a hablarme su mamá, que ya se nos había presentado junto a su esposo, a consultar si comía lácteos. Le comenté que no se preocupara, que acostumbro a comer ensalada y sólo lo había dicho para no desperdiciar una buena pieza de carne, pero que nunca lo digo por no molestar al anfitrión. Listo. Cuando nos sentamos a la mesa, la señora Legner me presentó una sabrosa remolacha al horno hecha en salsa de vinagreta especialmente para mi. Estaba espectacular. Este tipo de detalle, hace la visita a este lugar, muy especial.  

A pesar de la rusticidad del área, el funcionamiento es muy formal. El servicio en platos de porcelana con servilletas de tela, copas y tazas correctas. Pan rústico con hierbas frescas o frutas hecho en el horno de leña... 

 De buena gana me hubiera quedado allí después de la actividad, sólo que tenía que volver a San Juan a continuar con el diario vivir. Ya pronto voy a regresar, y esta vez para quedarme unos días ...en el cielo de esta selva... esto es vida.



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