viernes, 6 de noviembre de 2015

Pasta Fresca: el sabor por encima de los gandules

Pasta fresca al ajillo.
Aprendí a hacer pasta fresca un verano en Boston. Andaba vistando a una amiga que estudiaba en las afueras de la ciudad, y par de veces nos quedamos en el brownstone de unos amigos en la parte antigua. Una de esas veces se les ocurrió hacer la pasta para almorzar, y todos participamos del nítido proyecto.

Boston es una ciudad eminentemente estudiantil, porque allí se encuentran varias universidades Ivy League, como Harvard, MIT y Boston College.



Copley Square en Boston. Foto suministrada con derechos reservados.


En verano la población de estudiantes se reduce, pero igual es un lugar con mucha actividad, mucho que hacer y mucha historia. Pero regresemos a la pasta...

La realidad es que la pasta seca que conocemos es muy accesible, no sólo porque la venden hasta en la farmacia, sino porque es muy económica. La pasta fresca es bastante más cara, pero se consigue en casi todos los colmados. La pregunta es si vale la pena pasar el trabajo de hacerla en casa habiendo tantas otras alternativas más fáciles... pues sí, porque tampoco es un trabajo demasiado arduo como para sacarle el cuerpo... y el sabor está por encima de los gandules.

El chef italiano Nicola Poltronieri.
Ambas fotos suministradas y con derechos reservados.
Mirando programas de televisión norteamericana, te das cuenta de que el uso de la pasta seca está bastante generalizado y las recetas se basan mayormente en las salsas complicadas.



Siguiendo la televisión europea, resulta que usualmente preparan la pasta al momento como si nada, con salsas mega sencillas compuestas de aceite de oliva y par de hierbas o vegetales. El chef Nicola Poltronieri hace “pasta carbonara de verdad” y “Spaghetti al estilo italiano de Estados Unidos”, en obvia referencia a la diferencia de comer.


Tagliatelle fresco en
Tutt'Italia Ristorante en Santurce.
Preparar la masa a mano es muy simple y toma algunos diez minutos. El preparar la masa con la ayuda de maquinaria, como por ejemplo un procesador de alimentos, reduce el tiempo de amasado a menos de tres minutos. Estirar la masa, que es la parte más divertida del proceso, se puede hacer de tres maneras: a mano con rodillo, en una máquina de hacer pasta, y usando el aditamento para ese fin, como el de la batidora Kitchen Aid

Foto suministrada con derechos reservados.


Yo prefiero hacer una combinación: hago la masa a mano, y la estiro y corto a máquina. ¿La razón? Estrictamente de limpieza. Prefiero limpiar el mostrador que fregar todas las partes del procesador. A la máquina de pasta, que para mi es indispensable para este proyecto, sólo hay que pasarle un paño o una brocha para sacarle la harina remanente. Si se moja corre el riesgo de oxidarse, y usando mi método, la mia (una Atlas de Imperia) ha durado varias décadas y está como si nada.

Hay varios utensilios en el mercado para ayudar en la preparación, aunque no todos son necesarios. Por ejemplo, los moldes para hacer pasta rellena como los ravioli, creo que complican un poco más la tarea, que sencillamente hacerlo sobre el mostrador. Otro que no es indispensable es el secador de pasta, que se puede hacer hasta con un gancho limpio de ropa, sin complicarse demasiado.

Haz una cena de pasta fresca en tu casa, e invita a los comensales a que ayuden a preparar la pasta justo antes de comer. Sirve distintas salsas para que cada cual escoja la que prefiere. Te aseguro que será una noche que no van a olvidar... igualito que yo no me he olvidado de Boston.

PASTA FRESCA
Ingredientes:
2 huevos
2 tazas de harina de trigo
Sal
1/2 cucharadita de Aceite de oliva

Procedimiento:
Coloca la harina en el mostrador en que vas a amasar, formando una montaña. Haz un hueco en el centro, y echa los huevos, la sal y el aceite. Poco a poco incorpora la harina del borde interior del hueco con los huevos, manteniendo el borde exterior sin romper para que el huevo no se derrame en la mesa. 

Cuando todo esté mezclado, ajusta las cantidades: si la masa está demasiado seca, añade un poco más de aceite o de agua. Si la masa está pegajosa, añade harina. Deja la masa reposar tapada por veinte minutos.



Divide la masa en tres o cuatro pedazos y estira con una máquina de pasta. Comienza con los rodillos en la posición más ancha y pasa la masa cuatro o cinco veces hasta que esté suave. 



Reduce la distancia entre los rodillos y pasa una vez en cada posición hasta llegar a la penúltima si vas a hacer spaghetti o fettuchini. Si vas a hacer pastas rellenas, pasa la masa por la última posición de los rodillos.



Hierve la pasta de tres a seis minutos, dependiendo del grosor y la textura que deseas. La pasta que no vas a usar de momento la puedes refrigerar por dos días en plástico, congelar por dos semanas, o hasta secar para que dure un mes.


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